La leyenda detrás de la vainilla
Hoy les hablaremos un poco de la vainilla. Podemos evocar fácilmente el olor dulce, calmante y sensual de vainilla que usamos para dar sabor a algunos de nuestros postres favoritos. ¿Pero sabías que hay una leyenda que explica los orígenes de la vid de vainilla?
Alrededor del año 1000 DC, las personas totonacas que vivían en la parte sureste de México, cerca de Veracruz, consideraban que la vainilla era una hierba sagrada y la usaban para ofrendas rituales y como perfume y medicina. De hecho, su ciudad, Papantla, se hizo conocida como la ciudad que perfumaba el mundo debido a la abundancia de plantas de vainilla que crecen allí.
La leyenda
Durante el reinado de Teniztli I, el pueblo totonaco veneraba a sus dioses construyendo templos. Entre ellos, estaba «Tonacayohua», la diosa de la siembra y de los alimentos, a la que servían doce doncellas que hacían votos de castidad. Una de ellas Tzacopontziza «Lucero del Alba», hija del rey, fue consagrada al culto de la diosa. Al verla el príncipe Zkotan-Oxga «Joven Venado», se enamoró apasionadamente de ella.
A pesar de saber que el sacrilegio estaba penado con la muerte, el «Joven Venado» raptó a «Lucero del Alba». La historia de amor de los jóvenes duró poco, perseguidos y encontrados por los sacerdotes, fueron degollados y sus corazones entregados como ofrenda a la diosa.
La historia de estos amantes no termina aquí, ya que en el lugar donde se produjo el sacrificio, brotó un arbusto y junto al tallo comenzó a crecer una planta trepadora con elegantes hojas, que parecían los brazos amorosos de una mujer reposando en el seno de su amado.
Al poco tiempo, la planta se cundió de pequeñas flores que desprendían un delicado aroma. De boca en boca, corría la voz en el pueblo de que la sangre de los príncipes se había transformado en arbustos y de sus florecillas en orquídeas de exquisito perfume. Decían que el alma de la inocente «Lucero del Alba» se difundía por todos los rincones con la fragancia que desprendía esta planta.
Fue en ese momento, cuando la orquídea fue declarada planta sagrada y empezó a ofrecerse como ofrenda divina. Y como cuenta la leyenda, de la sangre de una princesa nació la vainilla «Caxi-Xanath» que en totonaco significa «flor recóndita». Algunos creían que el joven príncipe se transformó en la abeja melipona, que es la única abeja que puede polinizar las flores de vainilla.
Los aztecas más tarde conquistaron a los totonacos y también se enamoraron de la planta de vainilla y los obligaron a darles las vainas como impuestos. Los aztecas agregaron las vainas a su bebida de chocolate y las consideraron afrodisíacas. Una adición adecuada a la leyenda de la vainilla.